martes, 11 de septiembre de 2012

Un cachito más que os regalo de mi historia.


Llegué y no había nadie, sólo una nota en el espejo del recibidor. Toda la noche sin dar señales de vida y lo único que encuentro es una nota, como me quieren, pensé.
Miré mi móvil, lo tenía lleno de llamadas y sms de mis amigas, preguntándome donde me había metido y si había recibido noticias del trabajo, pero nada de Marina, su último mensaje fue el de la bienvenida. Encendí el portátil y me metí en el correo, suspiré aliviada, tenía algo suyo. Lo leí detenidamente mientras me encendía un cigarro:

Hola Lorena, no te he llamado por no molestar, pero espero que hayas leído mi mensaje y estés leyendo esto ahora. El martes viajaremos a Qatar, ya sabes que empieza la temporada de motos y que la primera carrera es allí. Con esto quiero decirte, que como me dijiste que estabas estudiando,(aunque ya en el último año de prácticas ya casi finalizado) tendrás que ir a comunicarlo, y después me gustaría que vinieras a verme, donde te entrevisté, para explicarte y darte lo necesario. Contéstame con la mayor brevedad posible por favor. Un beso, Marina. “

No pude evitar sonreír como no lo había hecho nunca, apagué el cigarro y le contesté. Después llamé a mis amigas, les dije que mi madre y mi hermana no volverían hasta tarde y que se podían venir a cenar a casa, así celebraríamos mi admisión.
El domingo lo pasé durmiendo, intentando controlar mi cabeza, la resaca no era buena. Ya por la tarde me levanté y decidí terminar de hacer mi maleta, ¿la verdad? No sabía muy bien que llevarme. En España estábamos en primavera, y concretamente en Valencia, se estaba bien, ni calor ni frío, mi estación del año preferida. Pero me iba a Qatar, desde pequeñita, viendo las motos desde mi sofá, veía la primera carrera del año, a los periodistas en manga corta, y a los pilotos deshidratados después de las carreras, así que me guié por eso y metí ropa veraniega, pero alguna que otra de abrigo, si me podía caracterizar por algo, era por friolera.

A la hora de cenar, yo lo tenía casi todo preparado, me faltaban algunas cosillas más, y lo más importante mi vida, esa que iba a dejar apartada para cumplir mi sueño. Entré en la cocina y miré a mi madre y a mi hermana, no me consideraba una persona cariñosa, y menos con mi familia, era más bien desapegada, pero en ese momento las cogí y las abracé.
- ¡¿Qué haces?! – gritó mi hermana – quita pesada que estoy poniendo la mesa
- ¿Te encuentras bien cariño? – preguntó mi madre tan irónica como siempre
- Mejor que nunca – sonreí – recuerda que a partir de ahora voy a convivir muy cerca con tu queridísimo Valentino.

Me gustó seguirle el juego, me miró lo peor que pudo, carraspeó la garganta y se rió, sabía que siempre era lo que había deseado y se alegraba por mi. Terminamos pronto y nos fuimos las tres al sofá a ver una peli, se quedaron dormidas, como de costumbre. Normalmente yo lo hacía con ellas, pero estaba demasiado nerviosa y había estado durmiendo hasta por la tarde, cosa que afectaba bastante, así que pasé la mayor parte de la noche mirando fotos y escuchando música, no pude evitar ponerme tonta y echarme a llorar, eran tantas cosas las que se me juntaban en ese momento. Me fumé el cigarro de buenas noches y me acosté, mañana sería un día movidito.

Lunes por la mañana, exactamente las 10, quedaban horas para estar viajando a Qatar, así que me levanté muy motivada. Me puse la sudadera fucsia, las medias moradas y me planté mis zapatillas de colores. Até mi pelo en una coleta alta, haciendo que mi rasta se dejara ver más de lo normal, me pinté la raya y salí de casa. Mi madre y mi hermana no estaban, eran las 10, una estaría en el colegio y la otra trabajando. Me subí al coche y como de costumbre de lo primero que hice fue poner la música en un tono bastante elevado. Estaba sonando en el disco la pegatina y bongo botrako – todos los días sale el sol, y me puse a cantar como una loca; “ Ey chipirón todos los días sale el sol chipirón, que ganas de verte y comerte la vida…”. Al parar en los semáforos la gente me miraba mal, incluso algunos se reían ¿y yo? Les devolvía la sonrisa, me encantaba. Llegué a la universidad y me encontré con algunos compañeros, me fumé un cigarro con ellos mientras les contaba  lo del trabajo, miré el reloj y me fui corriendo a secretaría. Les expliqué mi situación mientras miraban mis datos y muchos papeles más, la decisión no tardaron en tomarla, estuve un poco allí esperando pero no me hicieron sufrir mucho.
-       Bueno Lorena, hemos estado hablando, y como tienes casi finalizada la carrera…- miró los papeles de nuevo- te quedan 240 horas de prácticas, así que la decisión es que te convaliden con tu trabajo y así las completes; y a la vez que estas trabajando en lo que te gusta, estés terminando tu carrera.
-       Muchas gracias Teresa, me voy muy muy feliz
-       Te echaremos de menos por aquí – me abrazó – disfrútalo, estas oportunidades no se ven todos los días, te veré desde la tele.
Me despedí de ella, fui a visitar a algunos profesores para contarles la noticia y me marché. Mientras iba en busca del coche llamé a Marina para decirle que ya iba para allá, miré el reloj, 11.30, no era mala hora, así que aproveché para llamar a mi bicheja y contárselo, ya que no sabía nada. Primer tono, y yo tenía los dedos cruzados, segundo tono…
-       ¡Holaaaaaaaaaa! – ese acentillo asturiano me alegró aún más la mañana
-       Elisonda güey, ¿Cómo que me cogiste el celular?
-       Y dale con elisonda, coño – murmuró picada – pues me has pillado en el recreo, ¿y tú? ¿no haces prácticas hoy?
-       Pues te explico, tengo que ir a hablar con Marina, la chica de la entrevista, ¿te acuerdas? – esperé su afirmación al otro lado del teléfono – porque me tiene que ir dando explicaciones, que mañana ya…
-       Espera… ¿explicaciones? ¿mañana ya? ¡¿De que cojones me hablas?!
-       Me encanta cuando te cuento las cosas y no me haces caso – me reí – Marina me hizo una entrevista de trabajo para lo de jefe de prensa, ¿hasta ahí bien?
-       ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah! – era un grito de euforia, o eso creía
-       Vale, hasta ahí claro no, clarísimo
-       ¿Te te te vas mañana a Qatar? Dios que envidia, voy a echar de menos hablar contigo todos los días, pero mantenme informada en todo momento por el whats ¡eh!
-       Tranquila, que siempre tendré un ratito para hablarte y hacerte un resumen de mi día, serás como mi pequeño diario a distancia – me reí y ella lo hizo también
-       Además te veré todos los días por la tele y haré que todo Oviedo te vean también, va a subir la audiencia, ya verás
Yo reí como estaba acostumbrada a hacer con ella y me despedí recordándole lo mucho que la quería. Al llegar, aparqué algo lejos así que anduve un poco antes de llegar, pero así aprovechaba para fumar, había aumentado mi consumo bastante, malditos nervios que están en contra de mi economía y mi salud.
-       “Toc toc” – murmuré a la vez que tocaba en la puerta tras la que se suponía que estaba Marina.
-       ¡Lorena! Justo a tiempo, pasa – me hizo un gesto con la mano y yo sonreí – mira, estos serán algunos de tus compañeros – fue presentándomelos uno a uno mientras estrechaba la mano de cada uno de ellos.
-       A ver si lo recuerdo – fui diciendo sus nombres a la vez que los señalaba y ellos asintieron complacidos
-       Buena memoria, si señora – dijo Marc, uno de ellos
-       Y bonito nombre el tuyo, siempre que te veía por la tele lo pensaba – él rió mientras me daba una palmada en la espalda
Marina, que también era del equipo, pero se encargaba de las cosas técnicas, nos propuso ir a tomar algo y todos aceptamos, así que bajamos a una cafetería enfrente de la redacción. Al salir deslumbraba el sol, me puse las gafas de sol y moví mi mano en forma de abanico, era abrasador. Cuando nos sentamos pedimos unos tercios y Marina empezó a explicarnos.
-       Bueno Marc, tú ya sabes de que va la cosa, como ya sabéis él ya lleva un par de años metido en esto – pegó un trago a su cerveza – así que si se me olvida algo, ya sabes – Marc, en respuesta le guiñó un ojo
Estuvo explicándonos un poco por encima aquello que tal no supiéramos y luego ya pasó a anécdotas que les habían pasado.
-       ¿Te acuerdas de aquella jovencita que debutó con nosotros Marina? – preguntó Marc mientras los dos reían sin parar
-       ¿Qué pasó? – pregunté, ya que había conseguido picar mi curiosidad
-       Bueno, supuestamente tenemos prohibido mantener relaciones con pilotos o gente relacionada con ese mundo, ¿no?
-       ¿Supuestamente? – respondí a su pregunta con otra
-       Sí, supuestamente, ya que normalmente no pasa, pero tampoco te despiden por ello, simplemente no está bien visto, pero se han visto algunas relaciones duraderas que no han tenido repercusión ninguna, ¿verdad Marina?
-       ¿Hola? Vayamos por partes, por favor – suplicó Ainhoa
-       Pues hubo una periodista que empezó con nosotros hace ya tiempo, más o menos de tu edad Lorena, que tuvo un rollete con Valentino Rossi
Los que estaban allí se quedaron con cara de idiotas, no era tan raro, pero les sorprendió bastante, yo me limité a sonreír, me parecía gracioso.
-       Los italianos son muy romanceros, y mucho más Rossi, es un tío peculiar – siguió contándonos Marc – es muy simpático, pero con las mujeres no hay quien lo pare
-       Pero… - bebí de mi cerveza – ¿alguna vez ha tenido relación seria?
-       Lo poco que se es que alguna vez se ha enamorado, pero no muchas, de todas formas lo gracioso de la historia es que la chica no sabía mentir, la pillamos y nos soltaba excusas absurdas, incluso nos esquivaba en el hotel – soltó una carcajada en medio de la historia – tal vez podría haber tenido algo con él, pero su propia mentira la consumió, terminó el año y dimitió
-       Sois crueles – les recriminé entre risas – pobre chica
-       Ya veremos si vosotras sois capaces de no caer en los encantos del italiano – nos retó Marina a las chicas que estábamos allí
-       Si, es tarea difícil, porque es tan mono – dijo Marc mientras recalcaba ese “tan” y nos hacia ojitos
-       Yo me declaro culpable ya – dije levantando la mano – Valentino es un encanto
-       ¿Pero tú no adorabas a Jorge Lorenzo? – preguntaron intrigados
-       Y lo hago, soy fan de él desde bien pequeñita, pero una cosa no quita la otra
-       Pero si es un estúp… - no deje terminar la frase de Marc, mi mirada asesina lo hizo parar - ¡era broma mujer! Lo conozco y es increíble, pero hay que saberlo tratar
Después de largas historias sin fin, decidimos marcharnos, Marina nos había invitado a la comida que según ella era la de bienvenida, después ya invitaríamos nosotros. Eran las 17.00 y sólo faltaban ocho horas para coger el vuelo, me despedí de ellos hasta dentro de un rato y me fui a casa. Cuando entré, dejé el bolso en la cama y miré al escritorio, era la caja de Carles. Me quedé un rato mirándola y observando de un lado a otro de la habitación, me senté poniéndola sobre mis piernas y la abrí. Estaba todo lo de siempre, pero había añadido algunas cosas más, junto al trozo de mi rasta había puesto un trozo de la suya, también había metido la camiseta que tanto me gustaba y había manchado de chocolate la noche pasada y al verlo reí con algunas lágrimas en los ojos. Me había puesto su MP4 con un pos-it que decía: “como eres así de olvidadiza no habrás cargado el tuyo así que llévate el mío, lo he llenado de todas tus canciones para ese largo trayecto, pero no cantes por favor, no quiero que te despidan”. Mi novio era un idiota, pero uno al que adoraba. Cuando iba a cerrar la caja vi una nota algo escondida: “Recuerda sólo una cosa, eres mi chica” y más abajo me pedía que no lo llamara, ya habíamos tenido nuestra despedida y no podría escuchar mi voz a tan pocas horas de irme. Me tumbé en la cama mientras agarraba su camiseta, que aún olía a él, me dormí, lo necesitaba.
Oía unos pies enanos que corrían de un lado a otro de la casa, abrí un ojo y enarqué la ceja, mi hermana y mi madre ya estaban en casa, cogí el movil y miré la hora.
-       ¡¿Las nueve y media?! – grité - ¿Por qué no me habéis despertado?
-       ¿Qué? – mi madre, con las manos llenas de harina, me miró confusa – son las nueve y media – se limitó a repetir
-       Eso ya lo se – me apoyé en el marco de la puerta y puse mi mano en la frente
-       ¿Te puedes tranquilizar faltan más de dos horas, más nerviosa estoy yo por la alegría de perderte de vista
-       Gracias mamá, eres un cielo – le sonreí irónica y ella hizo lo mismo
Terminé de meter las pocas cosas que me faltaban en la maleta, repasé como quince veces toda la lista, no se me olvidaba nada, o eso pensaba. Por último metí la caja, y cerré el candado de la inmensa maleta. Cogí mi móvil y vi que tenía infinidad de mensajes de whatsapp deseándome suerte para el viaje, aunque la mayoría eran de Eli y se basaban en insultos de tipo “perra” y “zorra” por no hacerle caso, así que le contesté, transmití mis nervios y acordé que hablaríamos cuando ya estuviera en el avión. Cené, aunque sin mucho apetito, me lavé los dientes y metí todo en el neceser, me vestí no sabía muy bien cómo ya que aquí hacía un tiempo diferente y me senté en el sofá. Poco después me levanté y estuve dando vueltas de un lado a otro. Mi madre y mi hermana me observaban mientras se reían, yo les hice un corte de mangas sin ni si quiera mirarlas y me reí, los nervios me traicionaban.