viernes, 13 de abril de 2012

Mi historia entre tus dedos.

Aquí os dejo un pequeño fragmento mi sueño, ese que siempre he querido cumplir, pero que sólo puedo plasmar en unas cuantas líneas. ¿Podría considerarse una autobiografía? sí, ¿por qué no? pero una autobiografía basada en los sueños, que a día de hoy, es lo que me queda. Espero que os guste tanto como a mi.



Salía de la universidad directa a coger el coche, mientras hablaba con mis amigas, como de costumbre. Ya dentro, pusimos la música a tope y nos pusimos a cantar, era viernes y por fin habíamos acabado una semana agotadora.
-Bueno, ¿y qué vamos a hacer esta tarde? – preguntó Marta
-Yo no sé a que hora saldré de esto… - dije sin separar la mirada de la carretera y dándole una calada a mi cigarro
-¿De dónde? –
-¡Laura tía, lleva dando el coñazo todas estas semanas con la entrevista para lo de periodista en lo de las motos – gritó Marta
-Joder, es verdad – reímos las tres
-Es que, ¿os imagináis yo de periodista deportiva, entrevistando en el box de Lorenzo y que al final acabara enamorándose de mi? ¡Che, si eso ya lo sabía yo! – las dos me miraron sin sorprenderse demasiado, estaban acostumbradas a mi amor por él.
-De verdad Lorena, solo con lo obsesionada que estás por él, se asustaría
-¡Eh vale ya! – les dije mirándolas con odio mientras se reían – No, me haría la dura con él, podría resistirme. Las dos se miraron mutuamente, me miraron y empezaron a reír sin parar. Hasta yo, que no me lo creía me uní a las risas sin poder parar.
Cuando ya llegamos, las dejé en casa y me despedí con un gesto de que luego las llamaría.
Llegué a casa con el tiempo justo, ya que la entrevista era a las 4 y aún tenía que comer y arreglarme. Mientras me preparaba un sándwich, con la otra mano me encendía un cigarro, la primera vez que mostraba algo de habilidad con mis manos, pero en ese momento me sonó el móvil, cosa que me asustó e hizo que el sándwich se me cayera y después de todo el esfuerzo, me quedara sin comida.
-¡Joder! – grité mientras buscaba el móvil en el inmenso bolso - ¡¿Quién?! – respondí con cierta hostilidad
-Lorena Sánchez, ¿verdad? – cuando oí mi nombre al otro lado del teléfono me quedé blanca pensando que la había cagado, así que me limité a murmurar un si – bien, queríamos comunicarle que por razones de tiempo le hemos adelantado la entrevista media hora, ¿sin problemas? – miré el reloj, eran las 2.15, casi me atraganto con el humo del cigarro, así que lo apagué con fuerza y respondí.
-No – respiré por no cagarme en alguien – ninguno
La mujer se despidió muy amablemente y yo esperé a que hubiera colgado para gritar y desahogarme, ya que el estrés podía conmigo. Me duché en un tiempo récord, me arreglé como pude, siempre dentro de mi estilo, y me cogí una ensaimada para el camino, ya que hacerme otro sándwich no era buena idea.
Al llegar, además de sorda por llevar la música a tope en el coche, estaba nerviosa, realmente nerviosa. Me miré en el reflejo de una de las puertas, me coloqué el pelo, dejé ver un poco mi escote por si era un hombre el que me entrevistaba y lo dije: “pero que buena que estoy“ me reí yo sola, ya que era típica frase en mi, aunque no la pensara de verdad.
Ya dentro me indicaron hacia donde tenía que ir, y la verdad es que lo hicieron muy bien, o yo tuve suerte, porque llegué a la primera, sin perderme.
Toqué a la puerta a la vez que asomaba la cabeza poco a poco, vi a una chica joven al fondo de la habitación que me hizo un gesto para que pasara. Me cagué en todo lo cagable, era una mujer, así que puse el escote de nuevo en su sitio y entré.
-Buenas tardes, me llamo Marina, tú… - miro mi currículum – debes de ser Lorena Sánchez
-Si, la misma – respondí mientras le daba un apretón de manos y me sentaba frente a ella
Estuvo un rato ojeando mi currículum, de vez en cuando me miraba y sonreía, y yo mientras tanto intentaba controlar mi pierna que no paraba de moverse por los nervios.
-Pues, tu currículum me ha sorprendido bastante – dijo finalmente tras unos minutos – 4 años de universidad y mucha experiencia en el tema… - paró y vi que sacó las hojas que nos mandaron rellenar, se fue a la última parte con su dedo, lo paró en seco y sonrió - ¡Esto! Esto es lo que más me ha sorprendido de todo.
Yo me incliné un poco hacia ella con el fin de ver a que se refería, debió darse cuenta así que me quitó la intriga.
-En la casilla donde tenías que marcar la preferencia del piloto, tú marcaste Jorge Lorenzo, y creo que eres de las pocas, o la única que lo has hecho
Yo me sonrojé a la vez que la miraba con circunstancia, pero no articulé palabra alguna.
-Pero eso no es malo, aunque hay que tener valor, porque con lo borde que dicen que es – la miré con cara de pocos amigos y ella se dio cuenta – tranquila, esto es un punto a tu favor, me encanta Jorge Lorenzo.
-¿Enserio? – respondí yo después de un largo rato sin hablar - ¿entonces, el trabajo?
-Mira, yo aún no puedo decirte nada, como muy tarde mañana – se levantó para despedirse de mi y a mi me costó bastante reaccionar. Ella me sonrió y me dio la mano – Tranquila, haré lo que esté en mis manos – yo le apreté la mano como agradecimiento y me marché.
Cuando llegué a mi casa se lo conté a mis amigas y quedamos en salir esa misma noche para celebrar el supuesto trabajo que ya tenía. Nos fuimos a unos cuantos pubs, bebimos más de la cuenta, nos desencajamos los huesos bailando, eran las 5 y si quería conservar mi vida, no debía coger el coche, así que, mientras unas se iban a casa con sus cuerpos a rastras, otras nos íbamos a una rave, a bajar los litros de alcohol de nuestro cuerpo y a seguir bailando, como no.
Nos acercamos a unos chicos que estaban tocando la guitarra española, y yo, con la euforia del momento y el alcohol que ayudaba en estos casos me animé. Agarré la guitarra, me la coloqué a mi gusto y empecé a tocar una rumbita conocida para que todos bailaran. Después Mar, me pidió que les tocara una canción que había compuesto hace tiempo, le faltaba letra, pero en esos momentos solo nos bastaba con la música. Esbocé una sonrisa mientras tocaba aquellas notas, algunos tocaban las palmas, otros bailaban y algunos se limitaban a mirar absortos. Cuando terminé me encendí un cigarro, me lo merecía, pero solo pude saborear una calada porque alguien por detrás me lo robó.

- ¿Pero que haces gilipollas? – grité girándome en su busca
- Oye relaja fiera – me frenó Carles mientras se llevaba mi cigarro a la boca. Era mi novio, ese que se me había olvidado que tenía por culpa de lo liada que me había llevado tanto la universidad como lo del trabajo.
- Sabes que solo puedes relajarme tú, tonto – dije mientras le besaba a la vez que le agarraba las rastas – por cierto, no te pases y dame mi cigarro
- Vale, pero dame una calada – le acerqué el cigarro y él se apartó – pero dámela de forma más original ¿no?
Le miré y sonreí de costado, media sonrisa que le daba a entender que me gustaba lo que oía. Aspiré el humo de mi cigarro, acerqué mis labios a los suyos y lo solté a la vez que él aspiraba. Cuando soltó el resto de humo que quedaba en su boca me mordió el labio inferior y me propuso ir un rato a su coche. Me giré para avisar a mis amigas, pero como de costumbre habían desaparecido. Me llevé a mi chico al coche, pusimos la música y nos fuimos a la parte de atrás. Tanta energía no era buena, parecía que estaba hiperactiva, así que… había que quemar parte de ella. Nos desnudamos el uno al otro y mientras yo iba besando cada parte de su cuerpo, no tardamos en ir al grano, la verdad es que cuando tienes pareja, hacer el amor tampoco varía mucho y yo ya llevaba dos años con Carles. Estaba encima de él, marcando el ritmo cuando vi que mi móvil estaba en el suelo, medio tapado por la alfombrilla y que parpadeaba la luz de aviso. Terminé la faena con Carles, los dos llegamos al orgasmo, cosa a la que estábamos acostumbrados, no se nos daba nada mal la verdad, me puse el pantalón y el sujetador y fui en busca del móvil.
-          Por cierto bonita, ¿Qué tal la entrevista? – me preguntó mientras me besaba por la espalda
-          Eso voy a comprobar – dije mientras desbloqueaba el móvil – genial – murmuré – cinco perdidas y un mensaje, ¿Qué imagen van a tener de mi?
-          Pues la única que se puede tener, una horrorosa – besó mi cuello. Carles y yo no éramos una pareja normal, nunca lo habíamos sido, cosa que me encantaba. Nosotros nos demostrábamos lo que nos queríamos así, totalmente al contrario
-          Gracias gilipollas, te aconsejaría que no te miraras en un espejo, por tu bien – sonreí y le besé. Acto seguido le agarré la mano fuerte y abrí el mensaje, simplemente me hizo falta ver la palabra clave para lanzar el móvil y gritar.
-          No he leído nada – dijo Carles resignado evitando no ser golpeado por mis numerosos saltos y mientras me esquivaba alcanzó el móvil y leyó en voz alta – “Lorena, siento enviarte el mensaje a estas horas, pero ya se a que personas han contratado y no podía esperarme hasta mañana. Siento decirte esto pero… se te acabaron las vacaciones, a partir de ahora madrugones, viajes y caminos interminables, porque ¡estás dentro! enhorabuena, es un placer tenerte con nosotros”
Carles se quedó en silencio y me miró, yo ya no saltaba, había llegado hasta el asiento del piloto y estaba apoyada, soñando mientras oía el mensaje. A él también le bastó con leer una palabra clave para saber que era lo que le esperaba.
-          ¿No te alegras por tu novia o qué? – le pregunté plantándole un beso
-          Viajes – se limitó a decir y repetir unas cuantas veces - ¿sabes lo que significa eso no?
Le cambió la cara por completo, pocas veces lo había visto así de serio. Me puse la camiseta, ya estaba refrescando bastante, pasé a su lado haciendo alguna que otra maniobra y le cogí la mano.
-          Si te refieres a que me voy a ir y me voy a olvidar de mi chico, estás muy equivocado
-          No me refiero a eso, confío en ti Lorena, simplemente es el hecho de que es casi un año en diferentes continentes, aquí estarás apenas, y cuando estés seguramente estés ocupada, me jode pensarlo, suena egoísta, pero es así..
-          Mira, no te voy a negar lo evidente – lo miré fijamente y cogí su cara, acercándola a la mía – pero quiero que tengas presente que te quiero, y que siempre que tenga un hueco, voy a llamarte, voy a venir a verte, voy a demostrarte lo importante que has sido y eres para mi Carles…
Esta vez ya no miraba al suelo, esta vez me miraba muy fijamente a los ojos, sonrió como pudo, ya que se le notaba que no tenía muchas ganas, esta vez agarró el mi cara y me besó, de forma muy lenta, dándome a entender que era un beso que no quería que acabara nunca.
Esa noche, o más bien lo que quedaba de ella me fui a dormir a su casa, por acuerdo mutuo. Estuvimos la mayor parte hablando en la cama, con las piernas entrelazadas, acariciándonos, besándonos… era una despedida, una bonita despedida, pero no queríamos hacerlo oficial, ya que los dos sabíamos que pasaría mucho tiempo hasta que se volvieran a repetir estos momentos.
Me desperté pronto, aún a pesar de haber dormido sólo 3 horas. Me levanté con algo de frío y fui a su armario a robarle alguna de esas camisetas suyas que tanto me gustaban, ahora que no estaba. Cuando ya lo decidí, una de DC rasgada con el dibujo de monster, vi que tenía allí la caja que le regalé en nuestro primer año. Me senté ahí mismo, en el suelo, frente al armario y la abrí. Habían miles de fotos nuestras, el grinder que le compré, el trocito de rasta que me cortó, esa rasta que me hizo él, el CD que le grabé con las canciones que había compuesto… En ese momento entró por la puerta en calzoncillos, esos calzoncillos a rayas que tanto me gustaban y una bandeja entre sus manos. Cogí la caja y le sonreí complacida.
-          ¡Crepes! – grité, sabía de sobra que los amaba y mucho más los suyos caseros
-          ¿Qué hacías con la caja? – me miró detenidamente mientras yo me metía un trozo de crepe en la boca, de forma que con el chocolate manchaba su camiseta - ¿¡Y mi camiseta?!
-          ¡Lo siento, lo sieeeeento! – intenté limpiar la mancha, pero era misión imposible. Lo miré de reojo, estaba mosqueado, o eso parecía, pero yo no me aguanté y me reí.
-          ¿Te parece gracioso? – seguía mirándome con cara de pocos amigos – pues toma gracia gilipollas – untó su mano en chocolate y la restregó por mi cara y pelo incluido. Yo, abrí los ojos como pude e hice lo mismo, pero a la vez que manchaba su cara, también lo hacía con su sábana.
-          Te lo he dicho muchas veces Lorena, pero vaya tela, que patosa eres nano…
Esta vez se había reído, me acorraló entre sus brazos inmovilizándome e intentaba chupar el chocolate de mi cara.
-          Yo creo – dije mientras esquivaba su lengua – que sería más eficaz si nos metemos en la ducha, ¿ no crees?
-          Pero los dos juntos ni de coña, yo no quiero rozar tu cuerpo pegajoso lleno de chocolate eh
-          Bueno, yo quiero meterme en la ducha para quitarme la mierda, no para que se me pegue más, no se si me captas – le guiñé un ojo irónicamente
-          Pues ahora por lista nos duchamos juntos, que quiero ahorrar agua
-          ¿Y si no quiero? ¿Me vas a obligar? – puse mi mano frente a su cara haciéndola temblar como motivo de burla, él me miró desafiante, me agarró y me llevó al baño. Mis gritos mezclados con mi risa solo hacían que facilitarle las cosas, ya que mi fuerza se me iba por la boca. Abrió el grifo con una mano, mientras que con la otra me sujetaba, esperó a que el agua estuviera lo más fría posible y me empujó dentro. Mi grito desgarrador seguro que despertó a todo el vecindario.
-          Eres el tío más capullo que he conocido – dije como pude entre el chasquido de mis dientes, estaba tiritando.
-          Venga va, como soy bueno, entro contigo y te doy calor
Entró, pero antes de hacerlo giró el grifo para que saliera el agua caliente. Yo intenté mirarlo mal, pero no me salía, así que me resigné a reírme y lo abracé. Nuestras ropas pesaban unos cuantos kilitos de más, pero no nos importaba, estábamos bajo el agua, tan caliente que hacia que los cristales se empañaran, estábamos tan a gusto que podríamos haber pasado el día allí debajo, pero los dos sabíamos que era imposible.
Nos desnudamos, tiramos las ropas empapadas al suelo y lo hicimos de nuevo, pero esta vez si que fue una despedida en toda regla.
Cuando salimos, él se tiró en la cama mientras yo me secaba el pelo. Por el espejo vi que me estaba mirando, y mientras seguía frotando mi pelo con la toalla me senté a su lado.

-          No quiero que te vayas – nos quedamos en silencio. Solté la toalla y le cogí la mano
-          Carles, no hagas esto más difícil, yo si quiero irme – al escuchar esto hizo una mueca desagradable – lo que no quiero es dejarte aquí.
-          Sabes que pocas veces nos lo decimos, pero te quiero.
-          Yo también te quiero, y mucho – le agarré la cara como a un niño pequeño y le besé la frente, dulcemente bajé hasta su nariz y finalmente llegué a sus labios.
-          Y quiero que sepas que te voy a esperar, hasta que vuelvas a hacerme una visita – Yo me reí y  le pegué un pequeño empujón
-          No te pido que me esperes, está claro que yo lo voy a hacer, me voy por trabajo y no me voy a buscar el amor, ¿pero tú? Con lo capullo, feo e insoportable que eres, seguro que te surgen oportunidades… ¿Quién soy yo para prohibírtelas?
-          Eres mi chica, mi chica a la que todos los pilotos se van a rifar, ya verás – esbozó una gran sonrisa y se abalanzó sobre mi para susurrarme al oído – pero como bien he dicho, es mi chica.
Estuvimos un buen rato más haciendo el vago en su casa, incluso me convenció para quedarme a comer y ver una peli, pero se hicieron las 17.30 y ya era hora de volver a casa.

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