Salía de la
universidad directa a coger el coche, mientras hablaba con mis amigas, como de
costumbre. Ya dentro, pusimos la música a tope y nos pusimos a cantar, era
viernes y por fin habíamos acabado una semana agotadora.
-Bueno, ¿y
qué vamos a hacer esta tarde? – preguntó Marta
-Yo no sé a
que hora saldré de esto… - dije sin separar la mirada de la carretera y dándole
una calada a mi cigarro
-¿De dónde?
–
-¡Laura
tía, lleva dando el coñazo todas estas semanas con la entrevista para lo de periodista
en lo de las motos – gritó Marta
-Joder, es
verdad – reímos las tres
-Es que,
¿os imagináis yo de periodista deportiva, entrevistando en el box de Lorenzo y
que al final acabara enamorándose de mi? ¡Che, si eso ya lo sabía yo! – las dos
me miraron sin sorprenderse demasiado, estaban acostumbradas a mi amor por él.
-De verdad
Lorena, solo con lo obsesionada que estás por él, se asustaría
-¡Eh vale
ya! – les dije mirándolas con odio mientras se reían – No, me haría la dura con
él, podría resistirme. Las dos se miraron mutuamente, me miraron y empezaron a
reír sin parar. Hasta yo, que no me lo creía me uní a las risas sin poder
parar.
Cuando ya
llegamos, las dejé en casa y me despedí con un gesto de que luego las llamaría.
Llegué a
casa con el tiempo justo, ya que la entrevista era a las 4 y aún tenía que
comer y arreglarme. Mientras me preparaba un sándwich, con la otra mano me
encendía un cigarro, la primera vez que mostraba algo de habilidad con mis
manos, pero en ese momento me sonó el móvil, cosa que me asustó e hizo que el
sándwich se me cayera y después de todo el esfuerzo, me quedara sin comida.
-¡Joder! –
grité mientras buscaba el móvil en el inmenso bolso - ¡¿Quién?! – respondí con
cierta hostilidad
-Lorena
Sánchez, ¿verdad? – cuando oí mi nombre al otro lado del teléfono me quedé
blanca pensando que la había cagado, así que me limité a murmurar un si – bien,
queríamos comunicarle que por razones de tiempo le hemos adelantado la
entrevista media hora, ¿sin problemas? – miré el reloj, eran las 2.15, casi me
atraganto con el humo del cigarro, así que lo apagué con fuerza y respondí.
-No –
respiré por no cagarme en alguien – ninguno
La mujer se
despidió muy amablemente y yo esperé a que hubiera colgado para gritar y
desahogarme, ya que el estrés podía conmigo. Me duché en un tiempo récord, me
arreglé como pude, siempre dentro de mi estilo, y me cogí una ensaimada para el
camino, ya que hacerme otro sándwich no era buena idea.
Al llegar,
además de sorda por llevar la música a tope en el coche, estaba nerviosa, realmente
nerviosa. Me miré en el reflejo de una de las puertas, me coloqué el pelo, dejé
ver un poco mi escote por si era un hombre el que me entrevistaba y lo dije: “pero
que buena que estoy“ me reí yo sola, ya que era típica frase en mi, aunque no
la pensara de verdad.
Ya dentro
me indicaron hacia donde tenía que ir, y la verdad es que lo hicieron muy bien,
o yo tuve suerte, porque llegué a la primera, sin perderme.
Toqué a la
puerta a la vez que asomaba la cabeza poco a poco, vi a una chica joven al
fondo de la habitación que me hizo un gesto para que pasara. Me cagué en todo
lo cagable, era una mujer, así que puse el escote de nuevo en su sitio y entré.
-Buenas
tardes, me llamo Marina, tú… - miro mi currículum – debes de ser Lorena Sánchez
-Si, la
misma – respondí mientras le daba un apretón de manos y me sentaba frente a
ella
Estuvo un
rato ojeando mi currículum, de vez en cuando me miraba y sonreía, y yo mientras
tanto intentaba controlar mi pierna que no paraba de moverse por los nervios.
-Pues, tu
currículum me ha sorprendido bastante – dijo finalmente tras unos minutos – 4
años de universidad y mucha experiencia en el tema… - paró y vi que sacó las
hojas que nos mandaron rellenar, se fue a la última parte con su dedo, lo paró
en seco y sonrió - ¡Esto! Esto es lo que más me ha sorprendido de todo.
Yo me
incliné un poco hacia ella con el fin de ver a que se refería, debió darse
cuenta así que me quitó la intriga.
-En la
casilla donde tenías que marcar la preferencia del piloto, tú marcaste Jorge
Lorenzo, y creo que eres de las pocas, o la única que lo has hecho
Yo me
sonrojé a la vez que la miraba con circunstancia, pero no articulé palabra
alguna.
-Pero eso
no es malo, aunque hay que tener valor, porque con lo borde que dicen que es –
la miré con cara de pocos amigos y ella se dio cuenta – tranquila, esto es un
punto a tu favor, me encanta Jorge Lorenzo.
-¿Enserio?
– respondí yo después de un largo rato sin hablar - ¿entonces, el trabajo?
-Mira, yo
aún no puedo decirte nada, como muy tarde mañana – se levantó para despedirse
de mi y a mi me costó bastante reaccionar. Ella me sonrió y me dio la mano –
Tranquila, haré lo que esté en mis manos – yo le apreté la mano como
agradecimiento y me marché.
Cuando
llegué a mi casa se lo conté a mis amigas y quedamos en salir esa misma noche
para celebrar el supuesto trabajo que ya tenía. Nos fuimos a unos cuantos pubs,
bebimos más de la cuenta, nos desencajamos los huesos bailando, eran las 5 y si
quería conservar mi vida, no debía coger el coche, así que, mientras unas se
iban a casa con sus cuerpos a rastras, otras nos íbamos a una rave, a bajar los
litros de alcohol de nuestro cuerpo y a seguir bailando, como no.
Nos
acercamos a unos chicos que estaban tocando la guitarra española, y yo, con la
euforia del momento y el alcohol que ayudaba en estos casos me animé. Agarré la
guitarra, me la coloqué a mi gusto y empecé a tocar una rumbita conocida para
que todos bailaran. Después Mar, me pidió que les tocara una canción que había
compuesto hace tiempo, le faltaba letra, pero en esos momentos solo nos bastaba
con la música. Esbocé una sonrisa mientras tocaba aquellas notas, algunos
tocaban las palmas, otros bailaban y algunos se limitaban a mirar absortos.
Cuando terminé me encendí un cigarro, me lo merecía, pero solo pude saborear
una calada porque alguien por detrás me lo robó.
- ¿Pero que
haces gilipollas? – grité girándome en su busca
- Oye
relaja fiera – me frenó Carles mientras se llevaba mi cigarro a la boca. Era mi
novio, ese que se me había olvidado que tenía por culpa de lo liada que me
había llevado tanto la universidad como lo del trabajo.
- Sabes que
solo puedes relajarme tú, tonto – dije mientras le besaba a la vez que le
agarraba las rastas – por cierto, no te pases y dame mi cigarro
- Vale,
pero dame una calada – le acerqué el cigarro y él se apartó – pero dámela de
forma más original ¿no?
Le miré y
sonreí de costado, media sonrisa que le daba a entender que me gustaba lo que
oía. Aspiré el humo de mi cigarro, acerqué mis labios a los suyos y lo solté a
la vez que él aspiraba. Cuando soltó el resto de humo que quedaba en su boca me
mordió el labio inferior y me propuso ir un rato a su coche. Me giré para
avisar a mis amigas, pero como de costumbre habían desaparecido. Me llevé a mi
chico al coche, pusimos la música y nos fuimos a la parte de atrás. Tanta
energía no era buena, parecía que estaba hiperactiva, así que… había que quemar
parte de ella. Nos desnudamos el uno al otro y mientras yo iba besando cada
parte de su cuerpo, no tardamos en ir al grano, la verdad es que cuando tienes
pareja, hacer el amor tampoco varía mucho y yo ya llevaba dos años con Carles.
Estaba encima de él, marcando el ritmo cuando vi que mi móvil estaba en el
suelo, medio tapado por la alfombrilla y que parpadeaba la luz de aviso. Terminé
la faena con Carles, los dos llegamos al orgasmo, cosa a la que estábamos
acostumbrados, no se nos daba nada mal la verdad, me puse el pantalón y el
sujetador y fui en busca del móvil.
-
Por
cierto bonita, ¿Qué tal la entrevista? – me preguntó mientras me besaba por la
espalda
-
Eso
voy a comprobar – dije mientras desbloqueaba el móvil – genial – murmuré –
cinco perdidas y un mensaje, ¿Qué imagen van a tener de mi?
-
Pues
la única que se puede tener, una horrorosa – besó mi cuello. Carles y yo no
éramos una pareja normal, nunca lo habíamos sido, cosa que me encantaba.
Nosotros nos demostrábamos lo que nos queríamos así, totalmente al contrario
-
Gracias
gilipollas, te aconsejaría que no te miraras en un espejo, por tu bien – sonreí
y le besé. Acto seguido le agarré la mano fuerte y abrí el mensaje, simplemente
me hizo falta ver la palabra clave para lanzar el móvil y gritar.
-
No
he leído nada – dijo Carles resignado evitando no ser golpeado por mis
numerosos saltos y mientras me esquivaba alcanzó el móvil y leyó en voz alta –
“Lorena, siento enviarte el mensaje a estas horas, pero ya se a que personas
han contratado y no podía esperarme hasta mañana. Siento decirte esto pero… se
te acabaron las vacaciones, a partir de ahora madrugones, viajes y caminos
interminables, porque ¡estás dentro! enhorabuena, es un placer tenerte con
nosotros”
Carles se
quedó en silencio y me miró, yo ya no saltaba, había llegado hasta el asiento
del piloto y estaba apoyada, soñando mientras oía el mensaje. A él también le
bastó con leer una palabra clave para saber que era lo que le esperaba.
-
¿No
te alegras por tu novia o qué? – le pregunté plantándole un beso
-
Viajes
– se limitó a decir y repetir unas cuantas veces - ¿sabes lo que significa eso
no?
Le cambió
la cara por completo, pocas veces lo había visto así de serio. Me puse la
camiseta, ya estaba refrescando bastante, pasé a su lado haciendo alguna que
otra maniobra y le cogí la mano.
-
Si
te refieres a que me voy a ir y me voy a olvidar de mi chico, estás muy
equivocado
-
No
me refiero a eso, confío en ti Lorena, simplemente es el hecho de que es casi
un año en diferentes continentes, aquí estarás apenas, y cuando estés
seguramente estés ocupada, me jode pensarlo, suena egoísta, pero es así..
-
Mira,
no te voy a negar lo evidente – lo miré fijamente y cogí su cara, acercándola a
la mía – pero quiero que tengas presente que te quiero, y que siempre que tenga
un hueco, voy a llamarte, voy a venir a verte, voy a demostrarte lo importante
que has sido y eres para mi Carles…
Esta vez ya
no miraba al suelo, esta vez me miraba muy fijamente a los ojos, sonrió como
pudo, ya que se le notaba que no tenía muchas ganas, esta vez agarró el mi cara
y me besó, de forma muy lenta, dándome a entender que era un beso que no quería
que acabara nunca.
Esa noche,
o más bien lo que quedaba de ella me fui a dormir a su casa, por acuerdo mutuo.
Estuvimos la mayor parte hablando en la cama, con las piernas entrelazadas,
acariciándonos, besándonos… era una despedida, una bonita despedida, pero no
queríamos hacerlo oficial, ya que los dos sabíamos que pasaría mucho tiempo
hasta que se volvieran a repetir estos momentos.
Me desperté
pronto, aún a pesar de haber dormido sólo 3 horas. Me levanté con algo de frío
y fui a su armario a robarle alguna de esas camisetas suyas que tanto me
gustaban, ahora que no estaba. Cuando ya lo decidí, una de DC rasgada con el
dibujo de monster, vi que tenía allí la caja que le regalé en nuestro primer
año. Me senté ahí mismo, en el suelo, frente al armario y la abrí. Habían miles
de fotos nuestras, el grinder que le compré, el trocito de rasta que me cortó,
esa rasta que me hizo él, el CD que le grabé con las canciones que había
compuesto… En ese momento entró por la puerta en calzoncillos, esos
calzoncillos a rayas que tanto me gustaban y una bandeja entre sus manos. Cogí
la caja y le sonreí complacida.
-
¡Crepes!
– grité, sabía de sobra que los amaba y mucho más los suyos caseros
-
¿Qué
hacías con la caja? – me miró detenidamente mientras yo me metía un trozo de
crepe en la boca, de forma que con el chocolate manchaba su camiseta - ¿¡Y mi
camiseta?!
-
¡Lo
siento, lo sieeeeento! – intenté limpiar la mancha, pero era misión imposible.
Lo miré de reojo, estaba mosqueado, o eso parecía, pero yo no me aguanté y me
reí.
-
¿Te
parece gracioso? – seguía mirándome con cara de pocos amigos – pues toma gracia
gilipollas – untó su mano en chocolate y la restregó por mi cara y pelo
incluido. Yo, abrí los ojos como pude e hice lo mismo, pero a la vez que
manchaba su cara, también lo hacía con su sábana.
-
Te
lo he dicho muchas veces Lorena, pero vaya tela, que patosa eres nano…
Esta vez se
había reído, me acorraló entre sus brazos inmovilizándome e intentaba chupar el
chocolate de mi cara.
-
Yo
creo – dije mientras esquivaba su lengua – que sería más eficaz si nos metemos
en la ducha, ¿ no crees?
-
Pero
los dos juntos ni de coña, yo no quiero rozar tu cuerpo pegajoso lleno de
chocolate eh
-
Bueno,
yo quiero meterme en la ducha para quitarme la mierda, no para que se me pegue
más, no se si me captas – le guiñé un ojo irónicamente
-
Pues
ahora por lista nos duchamos juntos, que quiero ahorrar agua
-
¿Y
si no quiero? ¿Me vas a obligar? – puse mi mano frente a su cara haciéndola
temblar como motivo de burla, él me miró desafiante, me agarró y me llevó al
baño. Mis gritos mezclados con mi risa solo hacían que facilitarle las cosas,
ya que mi fuerza se me iba por la boca. Abrió el grifo con una mano, mientras
que con la otra me sujetaba, esperó a que el agua estuviera lo más fría posible
y me empujó dentro. Mi grito desgarrador seguro que despertó a todo el
vecindario.
-
Eres
el tío más capullo que he conocido – dije como pude entre el chasquido de mis
dientes, estaba tiritando.
-
Venga
va, como soy bueno, entro contigo y te doy calor
Entró, pero
antes de hacerlo giró el grifo para que saliera el agua caliente. Yo intenté
mirarlo mal, pero no me salía, así que me resigné a reírme y lo abracé.
Nuestras ropas pesaban unos cuantos kilitos de más, pero no nos importaba,
estábamos bajo el agua, tan caliente que hacia que los cristales se empañaran, estábamos
tan a gusto que podríamos haber pasado el día allí debajo, pero los dos
sabíamos que era imposible.
Nos
desnudamos, tiramos las ropas empapadas al suelo y lo hicimos de nuevo, pero
esta vez si que fue una despedida en toda regla.
Cuando
salimos, él se tiró en la cama mientras yo me secaba el pelo. Por el espejo vi
que me estaba mirando, y mientras seguía frotando mi pelo con la toalla me
senté a su lado.
-
No
quiero que te vayas – nos quedamos en silencio. Solté la toalla y le cogí la
mano
-
Carles,
no hagas esto más difícil, yo si quiero irme – al escuchar esto hizo una mueca
desagradable – lo que no quiero es dejarte aquí.
-
Sabes
que pocas veces nos lo decimos, pero te quiero.
-
Yo
también te quiero, y mucho – le agarré la cara como a un niño pequeño y le besé
la frente, dulcemente bajé hasta su nariz y finalmente llegué a sus labios.
-
Y
quiero que sepas que te voy a esperar, hasta que vuelvas a hacerme una visita –
Yo me reí y le pegué un pequeño empujón
-
No
te pido que me esperes, está claro que yo lo voy a hacer, me voy por trabajo y
no me voy a buscar el amor, ¿pero tú? Con lo capullo, feo e insoportable que
eres, seguro que te surgen oportunidades… ¿Quién soy yo para prohibírtelas?
-
Eres
mi chica, mi chica a la que todos los pilotos se van a rifar, ya verás – esbozó
una gran sonrisa y se abalanzó sobre mi para susurrarme al oído – pero como
bien he dicho, es mi chica.
Estuvimos
un buen rato más haciendo el vago en su casa, incluso me convenció para
quedarme a comer y ver una peli, pero se hicieron las 17.30 y ya era hora de
volver a casa.
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